Resistencia a la insulina: la historia silenciada detrás del peso, el cansancio y las dietas que nunca funcionaron

Resistencia a la insulina: la historia silenciada detrás del peso, el cansancio y las dietas que nunca funcionaron

Durante años, miles de mujeres han vivido atrapadas entre dietas hipocalóricas, culpa y fatiga. Les dijeron que su peso era una cuestión de “falta de voluntad”, que necesitaban “comer menos y moverse más”, que el cuerpo responde siempre al déficit calórico como una ecuación matemática.
Pero la fisiología femenina nunca fue tan simple.

La realidad es que muchas mujeres no podían perder peso porque no estaban ante un problema de calorías, sino ante un problema metabólico: resistencia a la insulina.
Un cuerpo que no gestiona bien la glucosa no interpreta la restricción como un estímulo de salud, sino como una amenaza. Y lejos de quemar grasa, empieza a producirla.

¿Qué ocurre realmente en la resistencia a la insulina?

La resistencia a la insulina es un estado en el que las células dejan de responder de forma eficiente a esta hormona. La insulina —secretada por el páncreas— debería permitir que la glucosa entre en los tejidos para ser utilizada como energía. Pero cuando las células “no escuchan” la señal, la glucosa queda elevada en sangre.

El páncreas responde produciendo más insulina. El hígado, al ver glucosa circulando que nadie usa, activa rutas metabólicas que la convierten en grasa, incluso en dieta hipocalórica.
Sí: una mujer puede comer poco y aun así generar grasa internamente si su metabolismo está atrapado en este ciclo.

Mientras tanto, sus células están vacías de energía. Por eso están cansadas, con niebla mental, sin fuerza para entrenar. No porque sean perezosas: porque están biológicamente agotadas.

Cuando las dietas hipocalóricas no funcionan

Muchas mujeres han pasado años haciendo dietas estrictas sin éxito, porque el problema nunca fue el exceso calórico, sino un metabolismo incapaz de gestionar glucosa.
He visto mujeres que, después de años de restricción, empiezan una dieta normocalórica diseñada para mantener estable el índice glucémico y pierden peso de forma acelerada.
No porque “quemen más”, sino porque dejan de producir grasa.

Cuando la insulina desciende y las células vuelven a recibir energía, el cuerpo ya no necesita fabricar lípidos a partir del exceso de glucosa circulante. Entonces, por primera vez en años, puede acceder a sus reservas de grasa y movilizarlas.

La pérdida no proviene de castigar al cuerpo, sino de dejar de bloquearlo.

El papel del páncreas, la insulina y el glucagón

El equilibrio metabólico depende de dos hormonas principales:

  • Insulina: almacena energía. Reduce glucosa en sangre. Estimula la síntesis de grasa.

  • Glucagón: libera energía. Aumenta glucosa cuando es necesario. Estimula la quema de grasa.

En la resistencia a la insulina, este equilibrio se rompe. La insulina se mantiene crónicamente alta, impidiendo la acción del glucagón.
Resultado: no se quema grasa.
Y por eso las dietas extremadamente bajas en calorías no funcionan: la hormona encargada de liberar grasa para usarla como energía está “inhibida”.

Cansancio, apatía, falta de motivación: señales de un metabolismo bloqueado

Cuando las células no pueden absorber glucosa, no producen ATP, la molécula de energía que alimenta músculos y cerebro.
El cuerpo entra en una especie de “batería baja permanente”:

  • cansancio constante

  • dificultad para entrenar

  • niebla mental

  • necesidad urgente de comer

  • antojos por carbohidratos

  • somnolencia después de las comidas

Durante años, muchas mujeres fueron tildadas de vagas porque no podían activarse, cuando en realidad estaban metabólicamente enfermas.

Por qué muchas analíticas no lo detectaron

Tradicionalmente se revisaba solo la glucosa en ayunas. Y si estaba “normal”, se asumía que no había problema.
Pero la resistencia a la insulina no siempre eleva la glucosa. A veces la insulina alta mantiene la glucosa aparentemente estable durante años.

Por eso hoy sabemos que hay que evaluar:

• Glucosa posprandial

Medida a 1, 2 y 3 horas después de la comida. Revela picos anormales y descensos bruscos.

• Hemoglobina glicosilada (HbA1c)

Es el promedio de glucosa de los últimos 3 meses.
A diferencia de la glucosa puntual, la HbA1c muestra la historia real del metabolismo.
Un valor de 5,3% puede ser funcionalmente elevado en mujeres con síntomas.

• Índice HOMA-IR

Mide la relación entre glucosa e insulina.
Permite detectar resistencia a la insulina antes de que aparezca diabetes.

Valores clínicos vs. valores funcionales

Los valores clínicos marcan enfermedad.
Los valores funcionales permiten detectar disfunción antes de enfermar.
Una glucosa de 90 mg/dl o una HbA1c de 5,3% pueden ser señales tempranas de desregulación.

Estrés: el culpable silencioso

El estrés eleva cortisol.
El cortisol moviliza glucosa.
Y esa glucosa puede causar:

  • elevaciones puntuales de azúcar

  • aumento artificial de la hemoglobina glicosilada

  • bloqueo de la acción de la insulina

Por eso el diagnóstico debe hacerlo un profesional que entienda el contexto y el estado fisiológico real, no una interpretación aislada de valores.

El papel de la inflamación crónica

Procesos inflamatorios sostenidos generan estrés oxidativo y dañan proteínas receptoras, aumentando la resistencia a la insulina.
El origen puede ser:

  • una enfermedad inflamatoria

  • una infección persistente

  • disbiosis intestinal

  • estrés crónico

  • mala calidad de la dieta

Y si no tratamos la raíz, la resistencia a la insulina persiste.

Qué es el índice glucémico

El índice glucémico mide la velocidad a la que un alimento eleva la glucosa en sangre.
Alimentos con índice alto provocan picos bruscos; los de índice bajo generan una subida más suave.
En mujeres con resistencia a la insulina, usar este concepto ayuda a construir comidas más estables.

El papel de la proteína en la regulación glucémica

La proteína:

  • reduce el pico de glucosa de la comida

  • mejora sensibilidad a la insulina

  • aumenta saciedad

  • estabiliza energía

  • reduce antojos

Por eso en mujeres con resistencia a la insulina, asegurar suficiente proteína es una intervención simple y efectiva para recuperar estabilidad metabólica.

¿Qué necesitamos entonces?

Un plan nutricional:

  • diseñado por un profesional

  • normocalórico

  • rico en proteína de calidad

  • moderado en carbohidratos según tolerancia

  • basado en alimentos reales

  • que mantenga estable el índice glucémico

  • que respete las IDR y evite déficits

  • que trate la inflamación desde su raíz

La fisiología femenina no necesita castigo. Necesita regulación.

La resistencia a la insulina no aparece de un día para otro.
Tampoco desaparece con una dieta extrema.
Se trata entendiendo, acompañando y normalizando funciones biológicas que llevan años pidiendo ayuda.

El cuerpo nunca miente: solo espera que aprendamos a escucharlo.

¿Y si empezamos hoy?

Si te sientes perdida y necesitas orientación déjate guiar por una profesional. Estoy disponible para orientarte. Escríbeme cuando lo necesites.

Ivonne 

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